El hombre ha comido a lo largo de su historia carne de todo tipo de animales que se movían por la faz de la tierra, con la única intención de alimentarse. Con el paso de los siglos, y del cambio en las costumbres, algunos quedaron atrás en la dieta humana.
La carne de búfalo será la próxima que podamos encontrar en las tiendas
Las lenguas de faisán eran un manjar en la época de los romanos, periodo gastronómicamente excelso para los pudientes (el pueblo llano comía gachas principalmente), hasta que llegaron los bárbaros y empezó el oscurantismo. Eso sí, comían mucha carne, pero su cocina era simple, no aportaba lo que en tiempos de sus predecesores. Luego adaptaron sus costumbres.
Quedan, como algo normal para ellos y atávico para nosotros, costumbres en algunos continentes, como en el asiático, donde es frecuente y habitual comer carnes de animales como el perro (por no citar escorpiones, tarántulas, lombrices…).
Pero si se pregunta a gente que viaja es fácil que enumere carnes, en otros países, que se ponen a la venta con total normalidad y que la gente las compra y consume. Por ejemplo en el Mercado de San Juan en México se puede adquirir carne de armadillo, además de otras.
No hace tantos siglos nuestros antepasados cazaban y comían carne de oso, lobo, zorro… en zonas frías, mientras que en aquellos países donde predomina la sabana, cazaban y se comían los camellos, los leones…, como recoge Ventura de Peña y Valle en su libro, publicado en 1832, “Tratado general de carnes”.
Se sigue comiendo ahora carne de culebras y de cocodrilo e iguana en países donde está permitido. Por cierto, la carne de iguana tiene un sabor similar a la de pollo. Tampoco es dura, es fácilmente comestible y aporta buen sabor en las sopas.
Carnes nuevas
En Europa nos hemos comido los caballos, por mucho que ahora sean numerosas las personas a las que les da aprensión tal posibilidad. En algunas localidades todavía se despacha carne caballar, prácticamente con los mismos cortes que el vacuno. Su textura es muy agradable, no tan recia de sabor y con mucho menos grasa que la ternera o el cerdo. Para muchos franceses es un producto de lo más habitual en su dieta.
Suspiramos por un filete o una chuleta de buey de Kobe, que poco a poco se puede adquirir en algunos establecimientos (del precio mejor no hablar), pero empieza a no extrañarnos la oferta de determinados pinchos de carne de canguro o de bisonte.
Años atrás nos llamaba la atención comer carne de avestruz, algo que es frecuente o habitual. Con el tiempo encontraremos en las estanterías carnes de búfalo y de otros animales, carnes que nunca hemos probado aquí.