Existen zanahorias de otros colores que no son el naranja. Y es que la zanahoria no ha tenido siempre el color anaranjado de la actualidad. Del color morado, casi negro, primitivo, al naranja actual existen una amplia gama de colores. No estamos acostumbrados a verlas, no se suelen encontrar en los mercados, pero en otros países son más frecuentes. La variedad que conocemos proviene de la zona holandesa.
El color anaranjado de la zanahoria se debe a su caroteno
Su sabor dulce y suave se transmite a las salsas en las que participa, siendo un elemento imprescindible en numerosas recetas con legumbres. El color anaranjado es debido a la presencia de caroteno, un nutriente valioso, una provitamina A que actúa también como antioxidante.
Admite múltiples preparaciones. Además, se puede comer cruda, frita, hervida, al vapor, en zumo, en purés… Es una de las hortalizas más estimada por los consumidores, incluyendo los más pequeños, que no suelen rechazarla por su sabor.
Para los vegetarianos es un alimento imprescindible, pero dada la posibilidad de comerla cruda en cualquier lugar, es un sustituto de los “snacks” que se suelen tomar cuando aprieta el hambre (y que tanto suelen engordar).
Si es una acompañante en algunos platos, por sí sola tiene también presencia gastronómica. Por ejemplo rehogadas simplemente en un poco de mantequilla o, una vez cocidas, napadas con bechamel.
A partir de ahí la imaginación de los cocineros ha sido grande. Combina magníficamente con guisantes o con cebollas, acompañadas de patatas para conseguir un cremoso puré de bonito color. Cuando está rallada, un poco de zumo de limón la hace mucho más estimulante.
Asia, gran productora
El continente asiático es el mayor productor de zanahorias del mundo, sobre todo China. Y una de sus características es que, al comerla, estimula la secreción de saliva, por lo que así se tienen mejores digestiones. Cuida también de los dientes y las encías, limpiándolos. Además del potasio y fósforo que contiene, es buena para la vista –siempre se ha dicho- debido a los betacarotenos.
Si se nos han quedado un poco antiguas, nada mejor que ponerlas en agua helada. Absorben agua por ósmosis logrando que “rejuvenezcan” las células y se vuelvan más duras. Por lo tanto, la zanahoria vuelve a estar crujiente cuando la mordemos.