Las patatas fritas son el enemigo número uno del peso ideal, según una investigación que la Escuela de Salud Pública de Harvard (EE.UU.) realizó en el año 2011, pero reconozcámoslo: las patatas fritas son un auténtico manjar al que resulta difícil resistirse. Tan sencillas y tan complejas a la vez, las patatas fritas son uno de los grandes clásicos de la gastronomía mundial.
Desde luego, si una virtud tienen las patatas fritas, además de ser un producto al alcance de cualquier bolsillo, es su poder para acompañar a dos huevos fritos, una hamburguesa o un filete, en estos tiempos que corren en los que, a veces, uno no dispone del tiempo que desearía para hacer la compra como es debido, ponerse el delantal y adentrarse en el mundo de la gastronomía con todas las de la ley.
Prepararse unas patatas fritas es una opción rápida cuando no se dispone de mucho tiempo
Porque, a veces, seguramente más de lo que muchos quisieran, sólo hay margen para el 'vuelta y vuelta', y es entonces cuando la opción de freír unas patatas fritas cobra todo su sentido.
¿Y cómo hacer para que te queden 'churruscantes'? He ahí el quid de la cuestión. Y es que, aunque pueda parecer una perogrullada, conviene saber las claves del proceso para que, al morder la primera patata, no te quede la sensación de que algún paso se ha dado mal o sencillamente, no se ha dado, algo muy habitual en los novatos.
La patata alavesa es una garantía
En primer lugar, cabe prestar especial atención a la calidad de las patatas que se van a consumir, paso previo de importancia capital porque no todas las patatas son iguales. Ahí, la patata alavesa es una garantía. A la hora de cortarlas, las opciones son múltiples, aunque lo mejor es cortarlas uniformes, ni muy grandes ni muy pequeñas, aunque para gustos están los colores.
Y a partir de ahí, sólo queda poner una sartén en el fuego con abundante aceite y freírlas en dos partes. Primero, se procede a ablandar la patata a una temperatura moderada-baja. Una vez que la patata está blanda se retira del aceite, para justo antes de servirlas, darles otro golpe a temperatura fuerte. Así se consigue que las patatas queden doradas y crujientes en el exterior y blandas en el interior.
Por último, servirlas sobre un paño de papel de cocina que absorba el aceite sobrante y un toque de sal.