Seguramente, a muchas personas les ha sucedido que, a la hora de ir a comer a un restaurante se olvidan de la opción más sana y menos grasa y se inclinan por pedir el alimento más calórico de la carta. ¿Por qué? Pues esta misma cuestión se han planteado científicos norteamericanos y han dedicado meses a realizar un estudio para ver qué es lo que puede suceder en nuestro cerebro a la hora de decantarnos por la opción que más engorda.
El estudio sobre la psicología del consumidor ha estado liderado por Gavan Fitzsimons, profesor de Marketing y Psicología en Fuqua School of Bussiness de la Universidad de Duke (EEUU), revela por qué los clientes, incluso aquellos que en su día a día llevan una dieta saludable, eligen la opción más calórica del menú a la hora de comer fuera de casa.
Las personas que llevan una dieta saludable habitualmente son más propensas a elegir los alimentos más perjudiciales al comer fuera de casa
Durante el experimento, el profesor Fitzsimons dio a elegir a los participantes del estudio un menú compuesto por productos no saludables, otros muy saludables y otros más neutros. El resultado fue que aunque se incluyera solamente un producto saludable en el menú, el consumidor elegía el menos saludable. La explicación, siempre según este estudio, es que al ver una opción saludable en el menú, básicamente satisface el objetivo de ver un menú que sea saludable y esto ofrece libertad a los consumidores para pedir lo que quieran. Los productos saludables que se incluyen en la carta, dan la sensación al cliente que el resto de la carta es más sano de lo que realmente es.
Otra de las conclusiones a las que llega este estudio es que aquellas personas que llevan una dieta saludable habitualmente, tienen más peligro cuando van a comer fuera porque son más propensos a elegir los alimentos más perjudiciales y se permiten un capricho.
Por último, otra de las cuestiones que llevan a tomar la decisión de elegir una comida menos saludable es el trabajo. Si el consumidor ha terminado su jornada laboral elegirá una comida más calórica que el que aún no ha empezado a trabajar. Parece que, una vez que se ha acabado de trabajar, se tiene la sensación del ‘deber cumplido’ y de que se pueden permitir alguna que otra licencia gastronómica.