El tiempo no da tregua de momento, pero pronto llegará el calor y con él, el momento de preparar un rico sorbete al cava, bien fresquito, que nos sirva para combatir las altas temperaturas de la época estival.

Una receta tan sencilla como el sorbete ofrece mil posibilidades, pero los de limón y mandarina son los que más fácilmente encontrarás en cualquier restaurante. Claro que para gustos están los colores y los sabores. De piña, fresa, naranja, coco, plátano… Y así hasta el infinito y más allá. 

En realidad, para qué nos vamos a engañar, hacer un sorbete es algo muy sencillo. “No tiene mucho misterio”, reconoce Naroa Villagrán, responsable del Asador San Martín de Orio. Sin embargo, conviene seguir los consejos de quien ha preparado miles de ellos a lo largo de su vida.

Los secretos del sorbete

“Antes de nada, lo primero es poner un poquito de sirope de frutos del bosque en el fondo de la copa”, explica Naroa. Acto seguido, deben batirse dos bolas de helado de limón o de mandarina, cava al gusto y un chorrito de vodka, hasta que la mezcla tenga la espesura adecuada”, apunta a la vez que sostiene que el sorbete de naranja tiene “un toque tropical, más exótico, mientras que el de limón es más clásico, el de toda la vida. Uno es más ácido, el de limón, y el otro, el de mandarina, es más dulzón”. Para gustos, ya ven, los colores...

Para un buen sorbete, es básico cuidar tanto la calidad de la materia prima como la presentación

Atención, por cierto, a los ingredientes. Como siempre, cuanta mayor calidad tenga la materia prima, mejor será el resultado. “La elección del helado es importante. Para mí un helado de limón tiene que tener un punto ácido. Tampoco me gusta que se mezcle nata con el helado porque el sorbete pierde toda su gracia”, remata. En cuanto al cava, conviene “utilizar un Brut Nature porque un cava seco, dulce, cambiaría todo el sabor del sorbete”.

Como siempre, la presentación tiene una importancia capital a la hora de llevarlo a la mesa. Para ello, será importante acertar  a la hora de elegir una copa elegante, cuyos bordes también pueden ser recubiertos con un poco de azúcar, especialmente en el caso del sorbete de mandarina, más dulce que el de limón.  Así mismo, hay quien recomienda adornar nuestro sorbete de limón con unas hojas de menta y unas tiras finas de limón.