Los pimientos son imprescindibles en nuestras cocinas. Son un ingrediente muy frecuente en las recetas, bien sea como protagonistas de las mismas, bien sea como guarnición. El otoño es tradicionalmente la época escogida para embotarlos porque están en un momento óptimo.
Pimientos rojos o verdes, asados o fritos, todos tienen su sitio en nuestras recetas
Pese a su protagonismo en nuestras recetas y fogones, ¿sabemos cuáles son las seis clases más comunes en nuestra gastronomía? De entre sus casi infinitas variedades, éstas son las que más fácil encontraremos en nuestros mercados y, por supuesto, en nuestros platos:
- Pimiento del Piquillo: Proviene de Navarra y es el más frecuente entre los que se comercializan como conserva. El más genuino se cultiva en Lodosa, es de forma triangular, mide unos 7 centímetros de largo, no es demasiado carnoso y es de un color rojo muy intenso.
- Pimiento de Padrón: Este pimiento gallego es verde. Aunque pequeño, es alargado y terminado en pico. Normalmente se toman fritos y la mayoría de ellos tiene un sabor picante. La temporada de los pimientos de Padrón más genuinos, los que son cultivados en las cuencas de los ríos Ulla y Sar, termina a primeros de noviembre.
- Pimiento de morrón: es la variedad de pimiento rojo más común. Suelen ser de gran tamaño, gruesos y carnosos y se pueden tomar tanto crudos como asados. Se comercializa fresco, pero también en conserva o incluso desecado. Su sabor es más bien suave.
- Pimiento de Gernika: Es un pimiento con raíces americanas pero que desde que cruzó el Atlántico se ha cultivado en el País Vasco. Es verde y muy dulce, por lo que normalmente se toman fritos y con una pizca de sal. Pueden ser guarnición, pero también un rico aperitivo.
- Pimiento de cristal: Estamos en su mejor momento. El pimiento de cristal, rojo y de sabor dulce, recibe ese sobrenombre por lo complicado que es de pelar. Son finos y muy rugosos y, por esas dificultades al pelarlos, se suelen presentar en tiras.
- Guindilla de Ibarra: Las guindillas son una variedad de pimiento. La de Ibarra es genuinamente guipuzcoana y uno de esos regalos de la cocina de temporada. Verdes, se pueden tomar envasadas y en vinagre o fritas en la sartén. Se coman como se coman, son un manjar.